En Estados Unidos se está extendiendo la idea de utilizar los restos humanos en descomposición como abono para luchar contra el cambio climático, convirtiéndose en una alternativa para las personas que no deseen ser enterradas ni cremadas una vez mueran, y su deseo sea cuidar el medio ambiente. Washington es el primer estado en legalizar este método fúnebre, lo hizo en 2019, a lo que se ha sumado California que acaba de legalizar dicha practica. Esto hace parte de un nuevo proyecto de ley conocido como reducción orgánica natural (NOR) que se adelanta en el país anglosajón y que espera entrar en vigencia a partir de 2027.
La «recomposición» o compostaje de cadáveres humanos viene promovido inicialmente por la empresa estadounidense Recompose que consiguió que fuera considerado como tratamiento post mortem. El compostaje de humanos se basa en una inhumación del cuerpo humano que, en vez de cenizas, da como resultado humus hecho a partir de virutas de madera, paja y flores junto al cuerpo ya cadáver, lo que permite que las bacterias y microbios descompongan los restos, cuya conversión en humus fértil será adecuada para abono una vez que todos los procesos de recomposición hayan concluido. Aproximadamente un mes después, los restos se descompondrán totalmente y se transformarán en tierra. Este tratamiento después de la muerte es, además, ecológico y respetuoso con el medio ambiente, ya que el proceso de compostaje consume sólo un 10% de la huella de la inhumación convencional.
La Iglesia Católica está en contra de este proyecto de ley, sin embargo quienes lo defienden afirman que el cambio climático y el aumento del calentamiento del mar son desafíos innegables para el medio ambiente y con este un método alternativo de disposición final no habrá emisiones a la atmósfera. Lo que se pretende es luchar por un aire limpio utilizando los restos humanos reducidos para plantar un árbol. Cabe precisar que este método será una decisión libre que podrá ejercer quien lo desee y lo disponga en vida.