Carl Gustav Jung -psiquiatra suizo- creó la psicología analítica, también llamada psicología profunda, que estudia los procesos inconscientes y su influencia en la vida consciente de una persona.
Dentro de los arquetipos que generan tensión psicológica se encuentra el concepto de «sombra«, que representa el lado oscuro de la personalidad en el que se manifiestan los miedos, inseguridades y frustraciones del ser humano, es un aspecto inconsciente que se caracteriza por rasgos y actitudes que el YO consciente no reconoce como propios.
La sombra se desarrolla desde la infancia a partir del aprendizaje social y las experiencias que vive cada individuo pudiendo desarrollar un «falso yo» que le permita encajar en la sociedad a la que pertenece, de ahí la importancia de trabajarla e integrarla para lograr vivir en bienestar. La sombra se desarrolla en la infancia por medio de figuras de autoridad como padres, familiares o profesores, sumado a las experiencias vividas -que dejan un aprendizaje- en el que se van definiendo las conductas adaptativas o no.
La cultura juega un papel importante en el desarrollo de la sombra de acuerdo a las costumbres, comportamientos, expresión emocional, entre otros. Los sentimientos que se niegan y no se reconocen como, celos, culpa, agresividad, soberbia o cobardía -de cierta manera- se van apartando y al no ser manifestados, se van convirtiendo en el lado oscuro que se expresa como la sombra.
Los rasgos y acciones de los demás son un vehículo para descubrir la propia sombra ya que ocurre una proyección en el otro de manera inconsciente que se expresa y brinda la oportunidad de dejarla al descubierto, para ello es importante observar las sensaciones que despiertan los comportamientos de los otros en la propia vida para poder hacer la reflexión e identificarla. Aquellas acciones que causan irritación por parte del otro permiten descubrir la sombra y trabajarla y contribuir a una nueva forma de relacionamiento. Como decía Carl Jung «lo que niegas te somete, lo que aceptas te transforma».