Una conducta adictiva puede definirse como un comportamiento que genera una necesidad imperiosa, inevitable y repetitiva en que la persona no puede controlarse porque le genera una dependencia física o psíquica.
Entre los factores de riesgo enmarcados en las conductas adictivas se encuentran un componente genético, la historia familiar y el contexto social.
Existen conductas adictivas llamadas «tóxicas» y «no tóxicas» -entendiendo que ambas son igualmente nocivas– las primeras están relacionadas con el consumo de sustancias psicoactivas e incluso fármacos, y las segundas tienen que ver con los comportamientos como, por ejemplo, la ludopatía, la ninfomanía, la pornografía, al deporte, la comida, entre otras.
Al hablar de prevención de conductas adictivas, se tiene la creencia de que se trata de evitar el consumo de sustancias psicoactivas pero va mas allá de eso, cuando se habla de prevención se hace referencia a «modelos de tratamiento» que permiten abordar esta problemática que afecta -no solo a la persona- sino también a su entorno y el contexto donde se desenvuelve.
Prevención es conocer que es una adicción y buscar una solución.
Uno de los primeros síntomas de las conductas adictivas es el aislamiento.
Las conductas adictivas terminan generando dificultades en el relacionamiento.
Hay modelos terapéuticos ambulatorios y de internamiento, también hay modelos integrales que incluyen un trabajo interdisciplinario donde se construyen redes de apoyo para que el trabajo sea mas efectivo y se logren los resultados deseados. Hay otros tratamientos enfocados en la mitigación de la sintomatología física que se llevan a cabo en instituciones de salud y lo que persiguen es la desintoxicación de quien padece la conducta adictiva.
Lo importante es ir al origen que ocasiona la adicción y encontrar el motivo del consumo para lograr el objetivo que se persigue evitando los factores de riesgo y logrando un tratamiento eficaz.