En los últimos años la investigación sobre los sistemas nervioso central y digestivo del ser humano ha evidenciado el alto impacto que existe entre la digestión y las emociones.
El intestino, considerado «el segundo cerebro» produce el 90% de la serotonina, un importante neurotransmisor asociado a la sensación de sosiego, relajación, placidez y bienestar impulsando los circuitos de recompensa que favorece al metabolismo. Ayuda a combatir el estrés, participa en los procesos de aprendizaje, memoria, sueño y descanso.
La emociones de preocupación y malestar resuenan en el sistema digestivo con problemas de salud manifestándose de manera física situaciones que cuesta digerir, tragar y evacuar.
El segundo cerebro es el encargado de las emociones básicas como el miedo, el peligro, el hambre, el sexo, el confort y la supervivencia, y está conectado con los centros primitivos del cerebro a través del nervio vago.
El aparato digestivo abarca desde la boca hasta el ano y cumple una función esencial en el cuerpo humano. En concreto, se encarga de obtener de los alimentos las materias primas que servirán para generar la energía que necesita una persona en su día a día y para producir los elementos que conforman los distintos órganos y sistemas del organismo. El hígado y el páncreas vierten sus secreciones al tubo digestivo y juegan un importante papel en la digestión y absorción de los alimentos, lo más curioso es que dicho tubo dispone de una red neuronal repartida entre las capas mucosa, submucosa y muscular que desempeñan una función esencial en la regulación motora conectándose al sistema nervioso central y autónomo incidiendo en las emociones manifiestas en el ser humano. Los trastornos funcionales a nivel gástrico pueden verse exacerbados por el estrés o la ansiedad, aunque el mecanismo por el que lo hacen aún se desconoce.
Para cuidar la salud del sistema digestivo se sugiere cuidar la alimentación, evitar bebidas carbonatadas, comer despacio, incluir frutas y verduras en la dieta diaria, beber abundante agua e infusiones, reducir el consumo de café y bebidas alcohólicas, hacer deporte y reducir los niveles de ansiedad y estrés con técnicas de relajación.