La vía principal de obtención de vitamina D es la exposición al sol, claro que también se puede adquirir a través de ciertos alimentos, que aunque no son muchos, aportan importantes nutrientes y se hace urgente consumir.
El pescado azul resulta la mejor opción, y se encuentra en la sardina, la caballa, las anchoas, el salmón y los boquerones, entre otros. Gracias al omega 3 presente en este tipo de pescado, el organismo logra asimilar con facilidad los ácidos grasos saludables que proporcionan estos alimentos. Lo ideal es comer pescado azul 2-3 veces por semana, a la plancha o al horno.
El marisco aunque es delicado es muy nutritivo, se recomiendan las gambas, camarones, langostinos, ostras y almejas. El huevo contiene 1,6 microgramos de vitamina D concentrada en su yema con la grasa, se digiere fácilmente, es poco calórico y posee proteínas de alto valor biológico, se combina muy bien con otros alimentos convirtiendo un plato simple en una joya de esta vitamina.
La leche pero solamente si es entera, pues en la desnatada y la semidesnatada la vitamina D se pierde en el proceso de desgrasado.
Los quesos son muy ricos en este nutriente, los recomendados son el gouda, emmental, parmesano, cheddar, camembert, el fundido y el manchego, lógicamente debemos ser prudentes al consumirlos ya que son de un alto nivel calórico.
El cuerpo humano necesita vitamina D para mantener los huesos sanos. Durante el crecimiento favorece a los niños en su formación previniendo enfermedades óseas como el raquitismo. Ayuda a los adultos a evitar condiciones como osteoporosis que debilitan los huesos y pueden hacer que éstos se quiebren.
Las personas entre 1 y 70 años de edad deben consumir la cantidad diaria recomendada de 600 Unidades Internacionales. Los niños menores de 1 año de edad deben consumir 400 UI y los adultos mayores de 70 años de edad deben consumir 800 UI.
También se puede acudir a tomar suplementos de vitamina D para potenciar sus beneficios, siempre con la supervisión de medica correspondiente.