Las habilidades sociales son el conjunto de conductas que ejecuta una persona en su entorno con las que manifiesta actitudes, opiniones, deseos o sentimientos apropiados a la situación que experimenta, llevando a cabo conductas que generalmente conllevan a resolver los problemas evitando la aparición de futuros conflictos. Es importante desarrollar estas habilidades sociales desde la infancia porque condicionan la manera de comportarse a futuro tanto a nivel individual, personal, psicológico y social contribuyendo a una adultez sana. Hay una gran variedad de conductas concretas que deben incluirse dentro de la categoría de habilidades sociales, entre ellas se encuentran la escucha activa, la capacidad de establecer un diálogo, expresar y recibir refuerzo, manifestar las emociones con asertividad, saber recibir criticas, negociar, hacer acuerdos, defender derechos, establecer limites, desarrollar estrategias de afrontamiento, entre otras.
Existen dos grandes áreas para clasificar las habilidades sociales y son, el comportamiento verbal y el no verbal.
En el comportamiento no verbal se encuentran, por ejemplo, los gestos, tics o ademanes en los que entran en juego variables como, la mirada en la que se puede percibir la manifestación de las emociones; la expresión facial que puede determinar el nivel de interés o comprensión; los gestos que aumentan o sustituyen el significado del mensaje; la postura que refleja la actitud o el estado emocional; el contacto físico y la proximidad; la apariencia emocional; el tono y la fluidez que afinan el mensaje que se quiere transmitir. En cuanto al comportamiento verbal es lo que se expresa a través del lenguaje y se emplea para comunicar aspectos tanto cognitivos -pensamientos, reflexiones, opiniones o ideas- como emociones o sentimientos. Además posibilita informar sucesos pasados, justificar una opinión o demandar información.
El aprendizaje de las habilidades sociales es particularmente importante en los primeros años de vida debido a que es durante la etapa preescolar y primaria cuando se inician los procesos de socialización infantil. Esos primeros contactos sociales pueden llegar a condicionar la forma en que el niño va a relacionarse con sus padres, con sus familiares, con sus pares y otras figuras que tengan que ver con su entorno social. Teniendo en cuenta que la finalidad es que el niño logre un adecuado proceso de crecimiento y desarrollo emocional y cognitivo, resulta imprescindible que se apropie de unos patrones comportamentales que le permitan lograr los objetivos personales como la autonomía, la autoestima, la capacidad de decisión, entre otros, e interpersonales como la creación de relaciones sanas amistosas, familiares, profesionales, afectivas y de convivencia.