Las fobias son un temor intenso y desproporcionado a un objeto específico que provoca una respuesta de lucha, huida o paralización en la persona. Esto activa la ansiedad e incluso los síntomas que se observan en un ataque de pánico como palpitaciones, sudoración, falta de aliento, pensamientos de perder el control o de morir, despersonalización (sensación de no tener control sobre si mismo) y desrealización (sensación de que lo que se vive no es real). Los objetos o situaciones a los que se teme pueden ser diversos, entre ellos; perros, gatos, aviones, inyecciones, sangre, ascensores, lugares cerrados, insectos, entre otros.
¿Qué causa las fobias?
Pareciera que existe un componente genético que hace que unas personas sean más susceptibles a experimentarlas. Además, el miedo tiene un valor evolutivo, es decir a lo largo de la historia de la humanidad el miedo ha servido al ser humano para protegerse de peligros que ponen en riesgo su integridad e incluso su vida. Por lo que el problema no es sentir miedo, sino sentirlo cuando no existe una situación verdaderamente amenazante.
También es importante tener en cuenta que muchas personas pudieron tener una experiencia traumática o desagradable con el objeto o situación temida, lo que da paso a lo que se conoce como condicionamiento. Ese condicionamiento hará que la persona vuelva a experimentar el temor y la reacción que tuvo en el encuentro traumático cada que se exponga nuevamente a un objeto o situación semejante, incluso si ya no representa un peligro. Sin embargo, muchas personas desarrollan fobias sin experiencias previas negativas, y esto es por resultado de sus pensamientos catastróficos asociados al objeto temido; “me va a morder” “se va a caer el avión” “me dolerá mucho la inyección” “me voy a desmayar” etc.
¿Cómo se tratan las fobias?
La terapia de exposición es la forma más efectiva de tratarlas. Existen 4 formas de terapia de exposición; la gradual (poco a poco), la inmersión (de manera súbita), la desensibilización sistemática (se empieza primero con la imaginación y apareando imágenes positivas) y las terapias que incluyen cambio de pensamiento y exposición que son parte de la Terapia Cognitivo Conductual. Todas estas terapias son muy efectivas pues hasta un 90% de los pacientes se benefician de ellas incluso en tan solo una sesión.
Un psicólogo o terapeuta conductual es la persona adecuada para implementar la terapia y ayudar a los niños a superar su fobia.
¿En qué consiste el tratamiento?
La que más se utiliza es la exposición gradual, y funciona de la siguiente forma. Se le explica a la persona los pasos que se tomarán en el tratamiento. Primero se le enseña alguna técnica de relajación como la respiración diafragmática. Después se puede hacer una lista del 0 al 100 donde 100 es estar en contacto directo con lo que temen y 0 es nada. Una vez hecho eso se da paso a la exposición gradual en donde se empieza con una situación que genera un nivel de ansiedad importante, pero no desbordante, por ejemplo, la actividad en el número 50 (ver una foto o un dibujo de lo que teme). Se le ayuda a la persona a exponerse y se le motiva a utilizar la estrategia de relajación hasta que su ansiedad haya disminuido de manera significativa. Eso se logra tanto por la técnica de relajación como por un efecto que llamamos habituación. La habituación es que pasado un tiempo de estar enfrentando el temor y ver que no sucede nada grave el cerebro obtendrá un nuevo aprendizaje y el objeto pasará de la categoría de peligroso a no peligroso. Así, la ansiedad ya no se activa o lo hace mínimamente. Una vez logrado superar ese reto se puede pasar a un reto mayor, digamos al número 60, después al 70 y así consecutivamente hasta que la persona logra llegar al 100 y tener una respuesta de ansiedad controlada. Ojo, el objetivo no es que no sienta nada de ansiedad, sino que pueda controlarla y ya no evitar la situación u objeto temido.
Una vez logrado el objetivo, es deseable que la persona se quede manipulando el objeto que antes temía por un largo rato e incluso repetir todo el proceso al día siguiente y por cuantos días sea necesario. Una vez que el objeto temido ya no provoque ninguna reacción de ansiedad, será necesario que la persona mantenga cerca de si el objeto temido o algo que le recuerde a dicho objeto, como una fotografía, un salvapantalla en el teléfono, un juguete etc. E incluso, puede ser buena idea que una vez que la persona logra manipular el objeto o estar en la situación que antes temía se le grabe para que a posteriori pueda ver el vídeo constantemente y reforzar la respuesta sin ansiedad.
¿Qué pueden hacer los papás para ayudarles a sus hijos a superar sus fobias?
Lo primero es que el adulto debe de identificar si está o no reforzando la fobia de su hijo. Cuando los papás protegen o impiden que los hijos tengan encuentros con los objetos temidos no les ayudan, por el contrario, refuerzan la fobia. El segundo paso es ayudarles a enfrentar el miedo. Se Puede integrar en la terapia para que el terapeuta le enseñe cómo puede apoyar a su hijo a enfrentar el temor. El adulto puede hablar con el menor e invitarlo a intentarlo en su compañía. Por ejemplo, si el temor es ir al parque por encontrarse a un perro pueden ofrecerle ir juntos y poco a poco acercarse al parque, incluso ante la presencia de un perro. El número tres es que es necesario reconocer su esfuerzo y reforzar cada paso que dé; que el hijo vea lo orgullosos que están sus padres por enfrentar sus temores. Y número cuatro: jamás se le debe forzar a hacerlo sin su consentimiento, la burla y hacerlo sentir mal por tener la fobia es totalmente desaconsejado. Eso en nada le ayudará y por el contrario empeorará la situación.
Libro recomendado: La Transformación del Adolescente del Dr. Mario Guzmán Sescosse Psicólogo Clínico.