La mayoría de las enfermedades físicas y mentales tienen una estrecha relación con las emociones y ocasionan bloqueos energéticos. En la actualidad -afortunadamente- cada vez hay más personas conscientes de la incidencia que las emociones pueden provocar en la salud; sin embargo, es menos conocido lo que ocurre desde que se recibe un impacto emocional negativo hasta que la persona acaba enfermando.
Según la medicina holística, cada ser humano dispone de cuatro cuerpos interrelacionados entre sí: el cuerpo físico, el energético, el emocional y el mental. Cada uno de ellos tiene su misión y solo él puede llevarla a cabo.
– Cuerpo Físico: tejidos, sistemas, huesos, es decir, los órganos que comprende el cuerpo humano y forman la parte material.
– Cuerpo Mental: el cerebro, pensamientos y creencias.
– Cuerpo Emocional: las emociones y sentimientos que se viven en las relaciones consigo mismo y con los semejantes, las cuales pueden ser saludables -basadas en el amor- o nocivas -basadas en el resentimiento o rencor-. Las relaciones que se establecen con los padres, hermanos, parejas, hijos y otros familiares cercanos influyen en la vida y mueven los sentimientos y emociones entre las polaridades de lo positivo y lo negativo. Estas sensaciones se ubican en el plexo solar: en el vientre está el coraje para vivir o el enojo, en el estómago se encuentra el valor o el miedo y en el corazón están los sentimiento de amor y odio.
– Cuerpo Energético: Se le llama Aura y está formado por Chakras. Mide aproximadamente dos metros alrededor del cuerpo físico y es energía pura.
Si todos los cuerpos desempeñan su función correctamente, la persona goza de plena salud. Pero, si sufre un bloqueo en el cuerpo energético, habrá repercusiones en forma de trastornos físicos, emocionales y mentales.
Los bloqueos se pueden formar de muchas manera, hay ocasiones en que la persona vive un impacto emocional negativo: una discusión, un conflicto, un disgusto o una pérdida, si no se libera al momento, esa emoción se convierte en materia y provoca un estancamiento de energía que obstruye los meridianos. Es lo que se denomina bloqueo energético y tiene repercusiones tanto físicas como emocionales.
En cuanto al físico se refiere, un bloqueo genera una presión alrededor de los órganos y absorbe su energía. Estos se inflaman, se debilitan y, a la larga, desarrollan enfermedades. Las células que forman el bloqueo, por su parte, ganan tamaño y fuerza hasta el punto de alterar su ADN, pudiendo generar tumores, miomas y quistes. Para evitar enfermedades cancerígenas, el cuerpo abre pequeñas fisuras donde hay un bloqueo. Es su manera de provocar fugas de energía para no alimentar las células del bloqueo y para impedir que adquieran fuerza.
Cuando hay fugas, también hay partes del cuerpo que reciben menos energía y se debilitan. Es habitual que lo más afectado sea el sistema nervioso, cuando éste se debilita hace que la persona viva los impactos emocionales como la ansiedad y la angustia de manera amplificada, con una intensidad que multiplica lo que sería normal, de esta manera, el cuerpo físico traspasa el problema al cuerpo emocional. Es importante liberar las emociones disfuncionales en el momento que ocurren para evitar que se inicie este proceso, ya que, al cabo de unas cuatro horas, el impacto negativo se transforma en materia y empieza a obstruir los meridianos. La manera de gestionar esas emociones es expresar los sentimientos y verbalizarlos. En otras palabras, es necesario llorar, gritar o simplemente hablar con quien se ha presentado el conflicto para exteriorizar lo que se siente en ese momento particular. También existen técnicas de respiración para liberar esos impactos si el individuo pone la intención en ello.