El ser humano quiere cambios profundos en su vida por eso es importante que mire a su alrededor, personas con ideas obsoletas no contribuyen a esta fin, lo que hace que siga repitiendo patrones de conductas del pasado, e inconscientemente, se aferre a vivir en una etapa -que fue bella en su vida- con la idea de replicar ese pasado en sus relaciones. La época donde fue adolescente y tenia menos responsabilidades suele ser un período infantil con el que conecta en esos momentos y no le permiten crecer y cambiar. Maestría es tener la capacidad de autorregularse y desaprenderlo todo. Si se desea abundancia no se puede vivir desde la carencia porque evidentemente va a continuar siendo así. Al vivir relaciones tóxicas y salir de ellas debe haber un aprendizaje que permita avanzar para no repetir historias que suelen llegar cargadas de dolor. Querer independencia pero estar atado a un trabajo que no se disfruta va contra ese principio. Cuando se desean cambios profundos hay que dejar de dedicar el tiempo a observar desde la pantalla la vida de otros y hacer un trabajo personal, interior y profundo que conecte con lo espiritual para evitar repetir la programación que esta instalada en el inconsciente gracias a la educación de las figuras de autoridad presentes en la infancia.
Tener un propósito es la clave para empezar la revolución interior.
Existen personas que han logrado acumular riqueza pero su vida sigue estando vacía. También hay otras que viven en carencia absoluta viviendo en la ambición y no han logrado cumplir sus objetivos viviendo con desesperanza. Rico no es el que más tiene, sino aquel que sabe equilibrar su abundancia con el universo. Pobre no es el que no tiene nada, sino el que ha perdido el propósito, y no respeta los procesos de los demás.
La abundancia viene del corazón y no del juicio hacia los semejantes. La riqueza es mental y del espíritu. Construir es un proceso edificador que toma tiempo y se fundamenta en raíces sólidas enlazadas al amor y el respeto por si mismo y por el otro.