La tradición budista considera la felicidad como el producto de la libertad de elegir la amabilidad ante cada situación y persona. La libertad y la felicidad son prácticas holísticas que engloban todas las facetas del ser humano: la física, la intelectual, la moral y la espiritual. De acuerdo con la psicología positiva, hay algunas actitudes que contribuyen a elevar los niveles de felicidad, todo radica en aceptar las emociones menos funcionales y permitirle al cerebro concentrarse en las que funcionan mejor.
Ser feliz no significa estar contento todo el tiempo. Vivimos un momento en que la humanidad siente un enorme temor a vivir situaciones dolorosas o difíciles. Muchos padres de familia están en la búsqueda de evitar sufrimiento a los hijos, por miedo a que experimenten la infelicidad. Ahorrarles dificultades a los hijos, les impide madurar emocionalmente lo que trae consigo relaciones insanas y moverse en entornos poco seguros y saludables.
La actitud con la que se afronta la vida está directamente relacionada con la felicidad. Un actitud de cambio es una decisión personal que se asume y se trabaja cada día permitiendo al ser humano conectar con su esencia y vivir en bienestar.
La invitación es a desaprender y volver a aprender adquiriendo nuevos hábitos; valorar los motivos por los que se quiere cambiar de actitud; marcarse pequeños avances a corto plazo, pensar que la vida es cambio y evolución por lo que siempre se puede hacer mejoras para crecer y evolucionar; observar alrededor y aprender de otras personas que inspiran; hacer autocrítica mirando hacia adentro; realizar con empeño el trabajo que se requiera para lograrlo.
La actitud de cambio conecta con el momento presente y permite asumir la vida con valentía y responsabilidad.
Se trata de integrar las emociones tal cual son, dejar que se expresen, fluir y aceptar. Aquí algunas recomendaciones para lograrlo: cultivar las relaciones, agradecer, ritualizar, practicar el optimismo, realizar actividades placenteras, simplificar la vida, hacer ejercicio físico.
«Las actitudes son contagiosas. ¿Merece la pena contagiarse de la tuya?» (Dennis y Wendy Mannering)
