Esta efeméride tiene su origen en Estados Unidos y se remonta a la iniciativa del Psicólogo Kevin Zaborney quien en la década de los 80 hizo un análisis del estrés recurrente en la mayoría de las personas y como los abrazos incidían en una mejor salud mental, emocional y física, de esta manera decidió promover el 21 de enero como el día internacional del abrazo.
Actualmente, según un estudio publicado por la revista Lancet, existen 53 millones de casos de trastorno depresivo mayor a causa de la pandemia asociada a la covid 19 que requieren atención, siendo los más afectados los jóvenes y las mujeres.
La pérdida de contacto físico y social, el distanciamiento, cierre de escuelas y teletrabajo ha traído como consecuencia que la población se vea afectada.
Según los expertos en salud y teniendo en cuenta la complejidad del momento histórico que se vive, hay opiniones divididas frente a abrazar o no, se aconseja hacerlo en entornos familiares, entre quienes conviven en el día a día, en entornos abiertos al aire libre, evitando hacerlo con las personas con las que se tiene menos contacto, esto para evitar contagios.
Son muchos los beneficios que un abrazo posee, aporta seguridad y confianza; aumenta los niveles de dopamina y serotonina en el cerebro reduciendo el estrés y aumentando la calma; se reduce la producción de cortisol y adrenalina en el organismo, hormonas que se emiten en altas concentraciones cuando se esta enfrentado a situaciones tensas; mejora la autoestima ayudando a generar un buen estado de ánimo y buena energía; estimula la oxigenación del organismo, prolonga la vida de las células por lo que también contribuye a prevenir el envejecimiento prematuro.
Con solo veinte segundos de abrazos se puede lograr que afloren todas las emociones positivas en los seres humanos… ¡abrazar es regalar felicidad!
En conclusión, para vivir más y mejor, hay que dar y recibir abrazos.